Me gustaría compartir
una breve reflexión que he realizado acerca de las diferencias entre las
políticas fiscales y económicas. Este ejercicio surge a raíz de una pregunta
que nos plantea nuestro profesor de Economía.
Para explicar a
grandes rasgos en qué consiste cada una de ellas, vamos a ver qué instrumentos
posee cada una para actuar en el crecimiento económico de un país.
La
política fiscal trata de influir en la economía mediante el gasto público y la
recaudación de ingresos.
La
política monetaria, en cambio, intenta estabilizar la economía mediante el
control de las tasas de interés y la oferta de dinero.
En
cuanto a la política fiscal, los cambios en los impuestos y recaudación pueden
influir en las siguientes variables de la economía:
Ø
Demanda
agregada
Ø
Patrón
de asignación de recursos
Ø
La
distribución de los ingresos
Las
tres posiciones de la política fiscal son las siguientes:
Ø
Neutral:
implica presupuesto equilibrado en el G=T (gasto público = ingresos fiscales).
Ø
Expansiva:
supone un aumento neto del gasto público respecto a los ingresos fiscales (G
> T)
Ø
Contractiva:
cuando el gasto neto del gobierno se reduce y aumentan los ingresos fiscales (G
< T)
Por
su parte, la política monetaria consiste en que el gobierno, banco central o
autoridad monetaria de un país controle:
Ø
Oferta
de dinero
Ø
Disponibilidad
de dinero
Ø
Tipos
de interés (Coste del dinero)
Con
el fin de lograr los objetivos de crecimiento y estabilidad para el país.
Pueden
distinguirse dos tipos de políticas monetarias.
Ø
Expansionista:
aumenta la oferta total de dinero
Ø
Contraccionista:
reduce la oferta total de dinero
La
política monetaria se basa en el suministro total de dinero y los tipos de
interés. Ésta emplea una variedad de herramientas para el control de una o
ambas de éstas, para influir en los resultados como el crecimiento económico,
inflación, tipos de cambio con otras monedas y el desempleo. El comienzo
de la política monetaria, como tal, viene de finales del siglo XIX, donde se utiliza
para mantener el patrón oro.
El
gran problema en la zona euro es que cada país miembro tiene su propia política
fiscal, a pesar de compartir la monetaria (BCE), por lo que esto es un
desaguisado muy difícil de arreglar. Si homogeneizásemos la fiscalidad de los
países miembros, habría perjuicios para una de las dos partes: los países
fuertes y los débiles.
Si
se estableciese una política fiscal para los países débiles (Grecia, Portugal,
España…) de la zona euro, lo que haríamos sería frenar a los fuertes (Alemania,
Francia…). Y si por el contrario estableciéramos una política fiscal para los fuertes,
sería muy perjudicial para el resto, ya que esas medidas no irían acorde a su
situación.